Fue un verano inquietante. Desde el continente llegué a las islas y del centro, finalmente al sur.
Llegué a un sitio silencioso y húmedo, y ambas cosas alimentaban en cierto modo la vida particular de aquel lugar. Las tierras de cultivo y el pequeño pueblo parecían esconderse en medio del salvaje páramo. La pulcritud de la moral protestante inglesa y su porcelana pintada hacían un intento por sobreponerse a los arbustos espinosos que tan magestuosamente presidían las tierras; que los rodeaban, los protegían del mundo y, al mismo tiempo, los asediaban.
En esa época nuestros encuentros eran siempre en lugares neutrales. Los dos andábamos yendo y viniendo. Nos mudábamos, sobre todo él, en ocasiones más de una vez al año, y nuestras visitas mutuas requerían rutas siempre diversas en origen y destino. Eso siempre le confería un sentido de lo desconocido que iba tiñendo nuestra relación.
Esta había ido adaptándose a los cambios de uno y de otro en nuestra primera juventud. Teníamos un firme convencimiento de querer crecer juntos y nos sostenía un cariño familiar que sólo he experimentado con los amigos de la adolescencia.
Durante aquellos días en el páramo, nos acompañaron algunas discusiones seguidas de largos silencios ininterrumpidos por el callado entorno; descubrimientos, exploraciones mutuas y, al final, una pena agridulce, un sentimiento de fracaso que nos ha acompañado hasta hoy.
La pequeña Habana, 2023
Kashmir, 2023
Glaciar Thajwas, Sonamarg, Kashmir
Carretera Kashmir-Ladakh el primer día de apertura tras el invierno
Calle principal de Sonmarg con autobuses turísticos, al lado de la base militar
Soldado del ejército indio
Turistas alquilan ponis para ir al glaciar
Cartel enaltece los valores nacionalistas del ejército Indio en idioma urdu, Sonamarg, Kashmir
La región de Kashmir, anexionada a India a la creación de este joven estado en 1947, es ahora un destino turístico en auge para la creciente clase media india. Kashmir se define a menudo como la “suiza asiática” y es receptora de un gran número de turistas cada año. Los turistas se concentran en el triángulo Srinagar-Sonamarg-Gulmarg-Pahalgam.
En la carretera que une Srinagar con Ladakh se encuentra Sonamarg, un pequeño pueblo de montaña que parece formarse originalmente por una única calle de pequeños comercios y hostales-restaurante que dan servicio a los viajeros y trabajadores de camino a Kashmir o Ladakh. Ladakh está conectado con India sólo por dos carreteras de montaña: Leh-Srinagar y Leh-Manali. Por las condiciones meteorológicas a estas altitudes, estas solo se encuentran abiertas durante los meses de verano. La carretera de Srinagar está en mejores condiciones porque sirve de paso por tierra a las fuerzas armadas en presencia constante en la zona. Kashmir y Ladakh son valiosísimos puntos estratégicos cuyo control orquesta sustancialmente la relación geopolítica entre India, China y Pakistán.
En los últimos años, Sonamarg ha triplicado su superficie original con una zona de grandes resorts y una base militar del ejército indio. Rodeada de alambrada, se prohíbe expresamente la toma de fotografías. Esta presencia contrasta con la ligereza del turista de vacaciones, aunque juntas cobran sentido. Un conflicto armado largo y trágico, una guerra sucia del Estado indio, dejó tras de sí una enorme cantidad de muertes y sumió a la población kashmiri en un profundo dolor, que se percibe directa e indirectamente en la mayoría de contactos interacciones con sus gentes. La militarización, aunque todavía asfixiante, se ha relajado, dejando paso a una nueva forma de control del territorio, el turismo, que trae riqueza y establece una relación de dependencia económica con el resto del país.
Los turistas, en su mayoría indios, llegan al pueblo para una visita en el día y regresan hacia la capital en grandes autobuses. Muchos de los locales trabajan aquí durante la temporada alta y luego regresan a sus pueblos o se dirigen a otras zonas con que permiten el trabajo invernal. En invierno, el pueblo queda casi vacío.